11 diciembre, 2007

El Mercado de Flores

Texto y fotos de Yodashira Pérez


El mercado de flores, el centro comercial más grande y colorido de Lima se encuentra ubicado en Piedra Liza, cuadras antes de iniciar el distrito de San Juan de Lurigancho.

Dentro del mercado de flores se venden las plantas más conocidas y las jamás vistas, en realidad visitar este enorme centro comercial de mañana es una experiencia muy especial. El movimiento comercial dentro de este gran mercado empieza desde las 5 de la mañana.
Todos los vendedores y comerciantes empiezan a desempacar sus productos desde muy temprano, a veces los trasportan en camionetas o la mayor parte de veces lo realizan en buses colectivos.

En este mercado la venta de estas hermosas plantas de variados colores y familias, son baratas, pues por ello las personas recurren a toda hora a comprar estos productos naturales.
Las variedades son muchas, se encuentra en las tiendas, las que se asemejan a pequeñas galerías en ellas las que más llaman la atención son las rosas, los jazmines, claveles, coronas, margaritas, arreglos florales grandes y pequeños. En fin hay para todos los gustos.

En este utópico lugar los aromas de las flores y las plantas trasportan al visitante al paraíso. Los colores vivos y cálidos de las flores incitan su compra.
Los arreglos florales son los que más salen a la venta, pues siempre hay un cumpleaños que celebrar y un regalo que ofrecer y que mejor que un ramo de rosas o una canastilla con las flores más bellas y más aromáticas que existen.
Este mercado es un territorio de vida natural pero a la vez es el lugar donde más se acumulan los desperdicios de los trabajos que realizan los comerciantes.

Esta es la gran entrada a la sección
“plantas selváticas”, donde visitantes
y comerciantes aprovechan tomarse
un descanso en compañía
del suave aroma de las plantas frescas.
En el paraíso de las flores y los colores
aparecen personas que deleitan
sus ojos con las variedades de plantas
que se ofrecen y de vez en cuando aprovechan
en regatear los precios, dejando así
en una confusión total a los vendedores
que se ven obligados a vender
sus productos al mejor postor.


La necesidad y la pobreza llenan de flores
despreciadas un balde de esperanzas e ilusiones
que por lo menos María Ochoa
sabe aprovechar pues con la venta
obtendrá dinero para su cena este día.

En este gran paraíso de flores no solo las plantas
lucen sus más bellas formas y colores
sino también las macetas y jarrones
que llaman la atensión a más de uno.

Una gran fila de azucenas adorna el camino
de los visitantes y consumidores.
Bajo el techo fibra de costal
doña Juana corta los tallos
de sus flores para empacarlos
y meterlos en agua
mientras el sol
empieza a salir
con más intensidad
por la tarde.
A falta de puestos de venta la parte posterior
de una camioneta no le viene mal como
puesto de venta y transponer,
pues representa una opción para colocar las flores.

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