Texto y fotos de Stefanni Vértiz
El 1ro de noviembre los cementerios del Perú se llenan de vida, porque miles de familias visitan y recuerdan a sus deudos.
Flores y rezos, velas y responsos, pero también música y baile, brindis y comidas en honor al pariente desaparecido, son escenas comunes en los camposantos de todo el país.
La añoranza por el ser querido se convierte en un motivo de reencuentro y reunión, entonces, las penas se aminoran y por un horas -quizás mágicas, tal vez inexplicables- el dolor se atenúa, las cicatrices del alma desaparecen y las penas se convierten en un vendaval de recuerdos alegres, en un torbellino de añoranzas festivas.Un camino tortuoso y serpenteante.
Un caos de cruces y lápidas anónimas. Agitación, desorden, pregones y letanías. Gente que llora, gente que ríe, gente que intenta recordar, pero los recuerdos son como las flores, se marchitan con el tiempo
Un rico chicharrón antes de iniciar la caminata.
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