20 noviembre, 2007

La Fe no solo mueve las montañas

Texto y foto de Jesús Salcedo

La fe también mueve a personas que por alguna desgracia de la vida (en la que nada tiene que ver la fe) les resulta muy complicado moverse y han quedado condenadas a no hacerlo más. Unos en sillas de ruedas, otros teniendo como fiel compañero a un bastón. Pero todos impulsados por el amor de Dios.
Casos como esos se nota, sobretodo, en octubre. Mes en que Lima es invadida por una gran cantidad de personas llenas de devoción que intentan ver al Señor de los Milagros en su recorrido anual por las calles de la ciudad.

Desde temprana horas de la mañana esta clase especial de personas que hacen el doble de esfuerzo que la mayoría de feligreses llegan a la iglesia de las nazarenas en la avenida Tacna y luego de escuchar la santa misa buscan un lugar entre la marea de gente que como ellos, se regocijan con la presencia de la imagen del cristo moreno.

Uno de esas personas es Luis Guardia, que con apenas 11 años y luego de ser víctima de un irresponsable del volante hace un año, adora al cristo de pachacamilla sentado en una silla. Rogando en silencio por un milagro que espera. Milagro que la fe, espera cumplir. Y como Luis cada una de esas personas tiene una historia triste que contar. Una imagen que la fe espera aliviar.

Mirando la imagen Luis espera, convencido, que un milagro lo levante de esa silla para siempre.


La fe que además de mover montañas también mueve corazones llenos de devoción.

La sensación, única, por formar parte de la procesión es indescriptible.

No importa el obstáculo ni el impedimento para seguir al Cristo moreno.

Además de devoción también conmueve el cariño del prójimo.

Presas de la Fe, atrapadas por la devoción.

Buscando un mejor lugar para ser parte de ese mar de gente que invade cada octubre las principales vías del centro de la ciudad.

Esperando un poco de bendición

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